Pues sí, pese a que durante los primeros días parecía no importarles, al final el miedo se ha apoderado de ellos y han tenido que recurrir a ese escondite en el que nunca van a poder encontrarlos. Y es que es encender la aspiradora y ver a mis gatunos corriendo por el piso en busca de algún escondite en posición elevada en el que ni se les acerce el temible aparato.
Mi gata, Iona, tiene su escondrijo asignado, y rara vez lo cambia: encima de la nevera. Desde ahí divisa todo lo que se acerca y se mueve, y de paso controla a la canaria que tiene su casita en una jaula situada a la misma altura. Total, que aprovecha el tiempo que está escondida para planificar lo que podría llegar a ser la captura de una futurible cena.
En cambio, mi gato Iris prefiere tumbarse encima de la cama e ir mirando por dónde ando con la aspiradora. Que el buscar un escondite es perfectamente compatible con que éste sea cómodo y reconfortante. Faltaría más.
Así que eso de que el peor enemigo de un gato es el perro... pongámoslo en duda.
Mi gata, Iona, tiene su escondrijo asignado, y rara vez lo cambia: encima de la nevera. Desde ahí divisa todo lo que se acerca y se mueve, y de paso controla a la canaria que tiene su casita en una jaula situada a la misma altura. Total, que aprovecha el tiempo que está escondida para planificar lo que podría llegar a ser la captura de una futurible cena.
En cambio, mi gato Iris prefiere tumbarse encima de la cama e ir mirando por dónde ando con la aspiradora. Que el buscar un escondite es perfectamente compatible con que éste sea cómodo y reconfortante. Faltaría más.
Así que eso de que el peor enemigo de un gato es el perro... pongámoslo en duda.